Artículo publicado en el diario digital-web Universidadsí, abril de 2017
Josep M. Vilalta / Francesc X. Grau
¿Deben las universidades implicarse estrechamente en el desarrollo social, cultural y económico de sus países? ¿Es ello compatible con el compromiso de las universidades con los desafíos globales de la humanidad y el planeta? ¿Cómo se debería explicitar esta doble responsabilidad local/global en el gobierno y la misión de las universidades? ¿Es todo ello un juego de suma cero? ¿Deben las instituciones universitarias promover alianzas para la cooperación internacional o solamente competir entre ellas a escala global? ¿Cómo se materializa esta dualidad local/global en aspectos como la formación universitaria, la investigación científica o la transferencia de conocimientos?
Estas son algunas de las cuestiones que aborda el 6º Informe Mundial de Educación Superior “Towards a Socially Responsible University: Balancing the Global with the Local” elaborado por la Global University Network for Innovation (GUNi), que fue presentado oficialmente hace dos semanas en Barcelona. La GUNi es una red global de instituciones universitarias promovida por la UNESCO, la Universidad de las Naciones Unidas y la Asociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP), que ostenta su presidencia y el secretariado permanente. A día de hoy, forman parte de la GUNi 208 instituciones de 78 países.
El Informe Mundial, en el que han colaborado 86 expertos de 28 países, analiza las contradicciones y los conflictos potenciales en el hecho de que las universidades deben dar respuesta a demandas de escala local (regional/nacional) y global. Es decir, por una parte son instituciones arraigadas en países y financiadas por gobiernos que esperan retornos directos e indirectos en formas diversas: entre otras, formación de profesionales y ciudadanos, desarrollo social y cultural, fomento de la economía productiva y apoyo al tejido empresarial, transferencia de tecnología, creación de empresas e innovación. Por otra parte, la propia concepción de la universidad conlleva la función del avance general del conocimiento y la ciencia en cualquier disciplina o saber, su compromiso ‘universal’ con los valores de progreso, análisis crítico y humanismo.
A todo ello se suma el hecho de que, en una sociedad y una economía cada vez más basadas en el conocimiento, las universidades juegan un papel estratégico en la competitividad presente y futura de los países, en la construcción de una sociedad avanzada, madura y de progreso. Se produce una correlación entre la riqueza de una sociedad y su evolución en el ámbito del conocimiento, circunstancia que implica que la sociedad y sus instituciones representativas sean más exigentes con sus universidades y centros de investigación para que estos generen impactos directos y a corto y medio plazo.
Los retos globales de la humanidad han quedado plasmados excelentemente en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Sin duda, las instituciones universitarias y de investigación pueden contribuir en gran medida a su cumplimiento, no solamente a través de sus funciones principales de formación y de investigación científica, sino también por el hecho de que prácticamente todos los retos globales requieren de grandes dosis de concertación y de alianzas institucionales, a las que las propias universidades pueden contribuir de forma destacada. Aspectos como la ciencia abierta, la diplomacia académica o los proyectos de investigación a gran escala son una buena muestra de lo que estamos diciendo. Tejer complicidades y estrategias conjuntas entre universidades puede resultar en este sentido de gran ayuda para abordar adecuadamente problemas tan complejos como el cambio climático, la lucha contra la pobreza, el desarrollo de energías renovables, la gestión de los recursos naturales o el avance de sociedades democráticas, inclusivas y de progreso. Tenemos ejemplos de ello en las asociaciones universitarias nacionales o en las redes universitarias de mayor alcance, como pueden ser las asociaciones de universidades de los distintos continentes o distintas redes universitarias temáticas en desarrollo sostenible, compromiso social, etc.
El Informe tiene como objetivo analizar como el compromiso ‘glocal’ de las universidades debería ser incluido en las actividades de formación e investigación, así como explicitarse en el gobierno y el liderazgo institucional. Para ello, analiza ejemplos, proyectos y buenas prácticas de instituciones de todo el mundo, y se estructura en nueve apartados: el rol cambiante de las universidades en la era de la globalización; la reformulación de los currículos formativos en los inicios del siglo XXI; el conocimiento global y la investigación responsable; el gobierno, la organización y la gestión universitarias; el compromiso ‘glocal’ de las instituciones de educación superior y las implicaciones éticas; los sistemas de incentivos institucionales y a los académicos y estudiantes; el rol de las redes en los objetivos de compromiso ‘glocal’; los sistemas de medición de los impactos y la rendición de cuentas; y los sistemas de financiación.
El capítulo final del Informe introduce recomendaciones en la línea del necesario y complejo compromiso dual que las universidades. En este contexto, sin duda, cada universidad debe diseñar y trabajar de acuerdo a su propio perfil. Un aspecto fundamental en este sentido es el del gobierno de las universidades. El Informe reclama para la institución universitaria una amplia autonomía de gobierno y de gestión, con grados de libertad amplios, que permitan a cada institución, como decíamos, diseñar e implementar su propio perfil estratégico. Las universidades con una amplia autonomía institucional pueden desarrollar con mejores herramientas su perfil de compromiso global/local. Y la base para una amplia autonomía institucional es la autonomía financiera. Si la institución se centra en demasía en las demandas del mercado pierde autonomía y perspectiva para lo global. El camino para disponer de autonomía es bajo la concepción de que la educación superior es un bien social y debe ser financiado en buena parte por los gobiernos responsables de la política universitaria y científica.
El Informe es el resultado del trabajo de dos años en el seno de la GUNi y con la participación, como hemos dicho, de 86 expertos. Os animamos a su lectura, sea en el formato reducido editado o en la versión completa disponible en acceso abierto: http://www.guninetwork.org/report/higher-education-world-6.
Article published in GUNi Newsletter, May 2017
Josep M. Vilalta / Francesc X. Grau
Should universities be closely involved with the social, cultural and economic development of their countries? Is this compatible with the commitment of universities to the global challenges of humanity and the planet? How should this dual (local/global) responsibility be explained in the government and mission of universities? Is all this a zero-sum game? Should universities promote alliances for international cooperation or simply compete between themselves on a global level? How does this local/global duality manifest itself in aspects such as university training, scientific research or knowledge transfer?
These are some of the questions addressed in the 6th Higher Education in the World Report, Towards a Socially Responsible University: Balancing the Global with the Local, prepared by the Global University Network for Innovation (GUNi), which was officially presented a fortnight ago in Barcelona. GUNi is the global network of university institutions promoted by UNESCO, the United National University, and the Catalan Association of Public Universities (Asociación Catalana de Universidades Públicas, ACUP), which holds the presidency and a permanent secretariat. To date, GUNi is composed of 208 institutions from 78 countries.
Eighty-six experts in 28 countries contributed to the World Report, which analysed the contradictions and potential conflicts that arise from the fact that universities must respond to local (regional/national) and global demands. In other words, on one hand they are institutions based in countries and financed by governments that expect direct and indirect returns in various forms: the education of professionals and citizens; social and cultural development; the promotion of a productive economy and support for business; technology transfer, and the creation of companies and innovation. On the other hand, the very concept of the university embodies the function of advancing knowledge and science in any discipline or area of knowledge, its ‘universal’ commitment to the values of progress, critical analysis and humanism.
Added to this is the fact that, in a society and economy increasingly based on knowledge, universities play a strategic role in the present and future competitiveness of countries, and in building an advanced, mature and progressive society. There is a correlation between a society’s wealth and its evolution in the field of knowledge, which implies that society and its representative institutions are more demanding of their universities and research centres to generate direct impacts in the short and medium term.
Humanity’s global challenges have been superbly captured in the UN’s 17 Goals to Transform Our World (SDGs). Undoubtedly, universities and research institutions can contribute to a large extent to the fulfillment of these goals, not only through their principal functions of education and scientific research, but also because practically all the goals require considerable cooperation and institutional alliances, to which the universities themselves can make a significant contribution. Aspects such as open science, academic diplomacy, or large scale research projects provide good examples of these. Creating joint strategies and partnerships between universities can be very helpful in tackling complex problems such as climate change, the eradication of poverty, the development of renewable energies, the management of natural resources and the advance of democratic, inclusive and progressive societies. We see examples of this in the national university association or in the national university associations with greater reach, such as the university associations of different continents, or various university networks with a theme such as sustainable development, social commitment, etc.
The objective of the Report is to analyse how the glocal commitment of universities should form part of research and investigation activities, as well as being explicit in government and the institutional leadership. It analyses examples, projects and good practices at institutions around the world, and is divided into these nine sections: the changing role of universities in the era of globalisation; the reform of educational curricula at the start of the 21st century; global knowledge and responsible research; government, the organisation and university management; the glocal commitment of higher education institutions and the ethical implications; the role of networks in glocal engagement objectives; systems for measuring impact, and accountability; and funding systems.
The final chapter of the Report presents recommendations that take into account the essential and complex dual commitment of universities. In this context, undoubtedly, each university should design and work in line with its own profile. University governments are fundamental in this respect. The Report states that the university institution should have considerable autonomy in government and management, with wide degrees of freedom, which allow each institution, as we said, to design and implement its own strategic profile.
Universities with broad institutional autonomy can develop their global/local engagement profile with better tools. And the foundation for broad institutional autonomy is financial autonomy. An institution that focuses excessively on the demands of the market will lose autonomy and a global perspective. The path towards autonomy is guided by the concept that higher education is a social good and must be largely financed by the governments responsible for university and scientific policies.
The Report is the result of two years’ work in the heart of the GUNi and features the participation, as we mentioned, of 86 experts. We urge you to read it, whether in the shortened, edited format or the full version available here through open access.