Artículo publicado en el diario La Vanguardia el martes 16 de septiembre de 2012
La crudeza de la crisis actual no nos deja margen: tenemos que actuar con determinación, con el máximo rigor y con celeridad. Para salir de la crisis los expertos coinciden en un aspecto: la educación, la investigación científica y la innovación son aspectos clave. Sus beneficios económicos, sociales y culturales son más que evidentes y varios estudios así lo certifican. Si queremos continuar con un modelo de sociedad de progreso, cohesionada, abierta y culturalmente rica, las universidades juegan un papel muy destacado. En este sentido, Catalunya cuenta con un sistema universitario suficientemente sólido que se homologa en muchos aspectos al resto de universidades europeas, sobre todo si tenemos en cuenta los recursos que se invierten y los resultados que se obtienen. En todas las clasificaciones que se llevan a cabo en el Estado español, las universidades públicas catalanas se encuentran al frente y a menudo a mucha distancia del resto. Por ejemplo, en producción científica, en colaboración internacional, en captación de recursos, en proyectos con las empresas, en investigación clínica en los hospitales, en estudiantes extranjeros o en satisfacción de los graduados. Los datos demuestran la buena salud del sistema universitario catalán y rompen algunos tópicos recurrentes sobre su baja calidad. ¿Aspectos a mejorar? Por supuesto. ¿Puntos débiles que hay que superar? También. Pero los datos son incuestionables; disponemos de un buen sistema universitario, líder en el Estado y muy eficiente atendiendo a los recursos invertidos. Las universidades catalanas están cada vez más vinculadas con el territorio y atentas a sus necesidades y conectadas,asimismo,a la red global del conocimiento.
Apostemos por las universidades como motores de desarrollo y progreso social, económico y cultural. Ninguna otra institución puede revertir mayores beneficios a la sociedad. Facilitemos a las universidades herramientas para su mejora (autonomía, financiación, flexibilidad y mejora de la gestión, herramientas para la cooperación interuniversitaria, políticas de profesorado, proyección internacional). Tomemos como referencia algunos sistemas universitarios europeos destacados (Países Bajos, Suiza, Escocia,…) y miremos como los podemos emular. Si somos capaces de hacerlo podremos dar un nuevo salto adelante que sin duda revertirá en el progreso económico y el desarrollo social de nuestra sociedad. No hacerlo ya sabemos adonde nos lleva.