Artículo publicado en el diario La Vanguardia el lunes 13 de diciembre de 2010
Caminar hacia una sociedad y una economía basadas intensamente en el conocimiento es una de las principales vías para mantener la competitividad y el progreso social. La propia Unión Europea está apostando por ello mediante diversas iniciativas, entre ellas la Estrategia Europa 2020, el European Institute of Technology, la cooperación entre universidades y empresas y el programa Education and Training 2020. Según diversos estudios empíricos, el desarrollo y la innovación regional dependen de la habilidad de los tres actores clave (empresas, universidades y administraciones públicas) en establecer cooperaciones factibles, duraderas y que añadan valor económico y social.
En este contexto, las universidades están siendo reconocidas cada vez más como estimuladoras de los sistemas de innovación, y se demuestra que su cooperación estrecha con el sector empresarial y con las administraciones es crucial para el desarrollo regional. Si el objetivo es, pues, consolidar una sociedad y una economía intensas en conocimiento e innovación, las universidades y la investigación tienen un rol estratégico clave.
Observemos, a título ilustrativo, dos países donde los niveles de desarrollo, competitividad y progreso social están fuera de duda: Países Bajos, séptimo país más desarrollado del mundo, y Canadá, el octavo más desarrollado (IDH). Los Países Bajos tienen actualmente la tasa de paro más baja de la Unión Europea y su nivel de desarrollo económico es evidente. En el ámbito universitario, es el 4º país del mundo en publicaciones académicas per cápita y el 7º en solicitud de patentes, y tiene 11 de las 13 universidades de investigación entre las 200 mejores del mundo (QS Ranking). Canadá cuenta con un desarrollo empresarial y económico puntero, una tasa de paro del 8%, es el país del G-7 que más invierte en educación y 8 de sus universidades están entre las 200 mejores del mundo y 2 entre las 30 primeras. En ambos casos las universidades son actores estratégicos para el desarrollo de sus países.
En este sentido, nos podemos plantear en qué situación se encuentra el sistema universitario y científico en Cataluña y cuál es su capacidad para liderar ese círculo virtuoso para generar crecimiento. Hagamos diversas constataciones:
1) El sistema universitario y científico en Cataluña ha hecho un salto espectacular en los últimos 25 años. A día de hoy, las universidades públicas catalanas disponen de 686 grupos de investigación consolidados y muchos de ellos trabajan a escala internacional; algunos de ellos destacan por su colaboración con diversos ámbitos industriales, económicos y sociales claves. La misma apreciación positiva podemos decir en relación a las infraestructuras científicas e universitarias;
2) La red de centros de investigación creados por la Generalitat y las universidades en los últimos diez años ha permitido situar nuestro país en primera línea internacional en determinados campos científicos, juntamente con diversas medidas tales como atraer y retener investigadores de primer nivel (ICREA) o impulsar parques científicos;
3) El sistema universitario catalán se sitúa sin lugar a dudas a la cabeza del sistema universitario español en producción e impacto científicos, en eficiencia y en capacidad para interactuar con el mundo empresarial. De las 10 universidades con mayor eficiencia científica, 6 son catalanas (Scimago); Cataluña lidera en España, con gran distancia, la captación de fondos europeos y de becas del European Research Council (más del 60% de toda España). De los 23 campus de excelencia internacional reconocidos por el Ministerio de Educación, 7 son catalanes. Los diversos ranking en materia de investigación clínica y biomédica sitúan Cataluña y sus hospitales a la cabeza;
4) En el ámbito de la innovación regional y de las capacidades de desarrollo tecnológico vía cooperación empresas-universidades los resultados son moderados si los analizamos a escala europea, y seguimos lejos de los países más dinámicos de Europa.
Todo ello nos indica que el sistema universitario y científico de Cataluña se encuentra en una posición óptima para liderar ese tránsito hacia una sociedad y una economía intensas en conocimiento. Pero es igualmente cierto que el sistema es todavía joven, frágil y adolece de debilidades que hay que subsanar, tales como la insuficiente autonomía institucional, la excesiva burocratización y regulación, y la falta de suficientes recursos financieros estables y finalistas para la excelencia y para la mayor incardinación con el tejido económico y social. Sólo depende de nosotros poner remedio a los obstáculos y seguir apoyando el liderazgo universitario y científico en beneficio del progreso social y económico de Cataluña.