Artículo publicado el 6 de enero en el diario Ara
2014-2020: siete años que serán claves para el futuro de Europa, también decisivos para Cataluña. Durante este periodo la Unión Europea desplegará las políticas más ambiciosas que nunca ha ejecutado en materia de competitividad e innovación. La finalidad es consolidar una sociedad y una economía intensivas en conocimiento y en valor añadido, que permitan la competitividad europea en el mundo y el mantenimiento del bienestar social. Estas metas ya fueron fijadas en la Estrategia 2020 de la Unión Europea, que apuestan por un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo. Si lo aplicamos a nuestra realidad, se trata de una auténtica encrucijada histórica: promover una Cataluña basada intensamente en el conocimiento y la innovación que genere, al mismo tiempo, cohesión social. Transitar hacia este modelo puede parecer excesivamente ambicioso, pero no tenemos alternativa. O, de hecho, sí la tenemos pero creo que no es la que queremos: un país periférico de bajo perfil, un capital humano poco cualificado y una economía basada en la mano de obra barata y concentrada en sectores de escaso valor añadido.
En el ámbito europeo, esta ambiciosa estrategia se concreta principalmente en el periodo 2014-2020 en tres grandes programas: Horizonte 2020, Fondos Estructurales y Erasmus +. El programa Horizonte 2020 es la apuesta de la Unión Europea para incentivar la investigación y la innovación. El programa destinará unos 80 billones de EUR en siete años que, ejerciendo de tractor de la financiación privada, pretende dar un salto cualitativo en el impacto de los resultados de la investigación en la economía. Por su parte, las políticas de cohesión tienen un presupuesto de cerca de 400 billones de EUR para el período 2014 a 2020 para alcanzar los objetivos mencionados: crecimiento y empleo, lucha contra el cambio climático y la dependencia energética, y reducción de la pobreza y la exclusión social. Específicamente, los fondos estructurales (FEDER, 140 billones) se dirigen, por una parte, a disminuir las diferencias económicas y sociales entre las regiones europeas y, por otro, promover economías regionales competitivas y especializadas. Es en este sentido que la Comisión Europea ha impulsado la “Estrategia Europea de Especialización Inteligente” (RIS3) para facilitar que las regiones definan su plan de estrategia de especialización competitiva a partir del cual se orientarían las inversiones de los fondos estructurales. Finalmente, con respecto al Programa Erasmus +, tiene por objetivo fomentar las capacidades y la empleabilidad de los jóvenes. Con un presupuesto de 14.7 billones de EUR para siete años, Erasmus+ dará oportunidades a más de 4 millones de europeos para estudiar, formarse y realizar prácticas laborales en el extranjero, favoreciendo la cooperación entre el mundo de la educación y el mercado laboral.
Las evidencias muestran que los países son ricos y competitivos porque, entre otros factores, invierten en investigación e innovación, y no a la inversa. La historia reciente también nos cuenta como en los países más desarrollados la educación y la investigación son políticas estratégicas de largo recorrido y consideradas claves, sea cual sea el color político del gobierno de turno.
Cataluña necesita imperiosamente aprovechar al máximo las oportunidades que todos estos programas europeos pueden aportar, a pesar de ser altamente competitivos. El tejido empresarial catalán requiere hacer este salto hacia la innovación y la creación de valor añadido en un escenario de competitividad internacional, algo nada sencillo dada la tipología de empresas micro, pequeñas y medianas, y la apuesta todavía escasa por la I + D en la empresa. Pero también disponemos de activos nada despreciables: en los últimos años, las universidades públicas han sido las cuartas de toda la Unión en captación de fondos europeos del Programa Marco de I + D: han pasado de captar 94.9 millones de EUR en el 6º Programa Marco a obtener 239.4 millones de EUR en el 7º Programa Marco. Y Cataluña es el quinto país europeo en la captación de fondos competitivos del European Research Council. La alianza empresas- universidades en Cataluña es más necesaria que nunca para transferir todo este conocimiento a la economía y convertirlo en innovación y valor añadido. Una vez más, la comparativa con el caso de Israel nos indica el camino que debemos recorrer: Israel es capaz de crear 4.800 start- ups y Cataluña tan sólo 250, cuando las capacidades y la producción científicas son bastante similares.
Europa apuesta decididamente por la investigación, la innovación y el crecimiento en el horizonte 2020. Para Cataluña es una oportunidad histórica para sumarse al tren de los países más avanzados: no hacerlo nos puede llevar a quedar relegados durante décadas.