Publicado en La Vanguardia, Temas a debate, “Repensar la educación”, 10 de marzo de 2013
Si planificas para un año, siembra arroz;
Si planificas para una década, planta árboles;
Si planificas para una vida, educa a las personas.
Guan Zhong, 720-645 a.C.
Los cambios que experimentan las sociedades actuales nos obligan a repensar las políticas públicas y muchas de las actuaciones que históricamente hemos llevado a cabo. La economía, el mundo del trabajo, las relaciones familiares están sufriendo cambios notables. Una nueva sociedad de la información y del conocimiento emerge con fuerza. En este contexto, las políticas educativas se encuentran en un momento crítico, y en los próximos años habrá que repensar parte de los fundamentos y de las prácticas profesionales del oficio de enseñar y de la condición humana de aprender y formarse. De entrada, la nueva sociedad del conocimiento nos lleva inexorablemente a la formación a lo largo de la vida. Formarse ya no se restringe a una etapa de nuestra vida, sino que se convierte en una tarea permanente en todas sus vertientes. Ligado al paradigma de la sociedad del conocimiento encontramos también la necesidad de elevar las capacidades individuales y colectivas para mantener sociedades cultas, emprendedoras, socialmente de progreso y económicamente competitivas. Al mismo tiempo, la situación de cambio acelerado convive con problemas históricos y en algunos casos estructurales. En Cataluña y en España, por ejemplo, la persistencia de un fracaso escolar muy elevado que lastra la sociedad y la economía, tal como nos demuestra un estudio reciente de la CECOT y FPIIC.
Una aportación reciente a este debate ha sido la comunicación de la Comisión Europea “Un nuevo concepto de educación: invertir en las competencias para lograr mejores resultados socioeconómicos“. El documento de la Comisión parte de la premisa que la inversión en educación y formación es fundamental para impulsar el crecimiento y la competitividad en Europa. A largo plazo pueden generar innovación y crecimiento, estimular la sociedad del conocimiento en el continente y configurar el futuro mercado de trabajo. Se reconoce explícitamente que los sistemas educativos de los países europeos sufren carencias significativas, sobre todo a la hora de incardinarse adecuadamente con el mundo del trabajo y la empleabilidad. En Europa, se estima que para el año 2020 los puestos de trabajo que exigen un alto nivel de cualificación aumenten un 20%. Al mismo tiempo, la tasa de desempleo juvenil en Europa es del 23% (más del 50% en España. Más allá del ámbito del trabajo, la educación incluye también objetivos tan relevantes como la ciudadanía activa, el desarrollo personal y el bienestar colectivo.
Para hacer frente a todos estos retos, la Comisión apuesta por una verdadera estrategia europea y de cada uno de los Estados miembros para la educación y la formación, una estrategia llamada Rethinking education. Las medidas principales que se proponen son las siguientes: a) mejorar las aptitudes fundamentales y básicas para todos (lectoescritura, matemáticas y ciencias, principales aptitudes evaluadas en PISA), b) profundizar en las aptitudes transversales y básicas (iniciativa, pensamiento crítico, trabajo colaborativo, aptitudes para el emprendimiento), c) extender el aprendizaje de idiomas; d) mejorar la formación y aumentar la demanda de la formación cualificada en tecnología y ciencia, que seguirán teniendo una alta demanda laboral; e) fomentar las aptitudes profesionales y el aprendizaje continuo en el lugar de trabajo (especialmente sistemas de formación dual escuela-empresa que han tenido una buena trayectoria en países como Alemania).
Para hacer posible toda esta estrategia para la educación, los instrumentos que se puedan utilizar también son muy relevantes. La Comisión destaca especialmente aprovechar al máximo el potencial de las TIC y los recursos educativos abiertos, el apoyar a los maestros y profesores como agentes clave del sistema, la mejora de los resultados del aprendizaje, su evaluación y su reconocimiento o el aumento de la inversión en educación y formación para promover la productividad y el crecimiento económico, así como la mejora de la eficiencia de la inversión.
En España y Cataluña, los retos más importantes son como se ha dicho la reducción del fracaso escolar (26.5%, el doble que la media europea), la mejora de las aptitudes básicas, el aprendizaje de idiomas (26.7% de estudiantes con título B1 de idioma extranjero al terminar la secundaria, frente al 43.5% de media europea), la mayor y mejor interrelación formación-puesto de trabajo (formación profesional, formación dual), y una inversión pública creciente en educación ( 5.01% del PIB frente 5:41% de media europea), todo ello en un contexto institucional estable. Conducir adecuadamente estos factores deberían permitir hacer esta apuesta estratégica como país, y ayudar a construir una sociedad de progreso para las nuevas generaciones.